miércoles, 31 de diciembre de 2008

wishes











Hoy quiero ser una chica de antaño, de esas que siempre estaban bien vestidas y bien peinadas, quiero ser una de esas grandes mujeres de mediados del siglo XX, que siempre sonreían por que era lo que había que hacer, quiero uno de esos amores de película con uno de esos hombre de película en blanco y negro que siempre estaban perfectamente bien vestidos y muy seriecitos, tan guapos.

Quiero vivir en una época de champagne y perlas, donde fumar era un placer absolutamente general, la sensualidad una actitud perfectamente sabida, y no un escote sino una simple mirada, quiero un Martini seco con solo dos aceitunas y un vestido negro de Givenchy.

Quiero pasar mis noches bailando un vals junto a un piano tocado por un tal Sam bailando una canción que me hace llorar por un amor pasado. Quiero ir a Paris, llegar en un vestido que es perfectamente incomodo para viajar 14 horas en un avión, bajarme de ahí y que parezca que me la he pasado de lo lindo en un gran spa de lujo en vez de un pequeñísimo espacio solo para mi tantísimo tiempo. Quiero un abrigo de mink. Y unas medias con una raya atrás de la pantorrilla.

Quiero hoy pedirle un deseo al próximo año.

Estrenando










Y sí el tiempo pasa cada vez más rápido y no lo podemos controlar lo único que nos queda es colgarnos de eso y aprovechar que los años buenos o malos se acaban pero al final siempre empieza otro lleno de expectativas nuevas, propósitos mejorados y sueños por cumplir. Este año no será la excepción. Empieza aunque no lo quiera, curioso esta vez si lo quiero, no es que este haya sido un mal año, sino que estrenar siempre funciona y de eso no hay duda alguna. Así que para estrenar este año hare una lista grande de lo que quiero, de lo que espero, de lo que voy a lograr y de lo que probablemente no, pero siempre es bueno escribirlo.

Primero que nada tendré que ser un poco mas ordenada, no al grado del ridículo, pero si al punto de tener mi vida un poco mas en control, usar mi nueva agenda moleskin, que siempre tiendo a olvidarlas.
Comprar menos zapatos. O no. Se que nunca son suficientes zapatos, pero es que al final no tengo nada mas que ponerme aparte de zapatos, no es que a mi me moleste tanto, pero bueno un poco de cordura no estaría mal.









Visitar Paris. Solo para seguir soñando, que no nos podemos quedar sin sueños.
Escribir más en el blog, menos en mi cabeza, menos en notas sueltas, y un poco más atención a mi blog.
Actualizar más mi ipod, un poquitito mas de atención a los adelantos tecnológicos que nos han puesto en las manos, tantas maravillas y yo sin saberlas usar.
No descuidar a mis amigos y familia, no es que lo haga, pero de nuevo escribir este tipo de cosas nunca esta de más.
Leer todo lo que tengo en mi lista de pendientes, es grande, pero hay que empezar pronto.
Comprar las series de sex and the city, también de las difíciles, por que siempre esta fuera de mi presupuesto, pero bueno, que escribirlo no me cuesta nada
Perder menos el piso, que a veces vuelo de mas, no es que sea malo, pero la caída libre nunca le ha ayudado a nadie.

Feliz 2009

jueves, 13 de noviembre de 2008

Súplica







Aunque sea el final para ti, es importante recordar que no lo es para todos. De modo que si se ha tomado a decisión de morir se recomienda hacerlo de una manera elegante, discreta y pulcra; de preferencia en una cama o un sillón adecuado. Se ruega a todos no ensuciar la alfombra.


Lucia.

martes, 7 de octubre de 2008

Inventos

Hoy voy a inventarte,
Un poco por creatividad y otro poco por ocio.
Voy a inventarte con todo el detalle del mundo,
A fin de satisfacer esta idea que estoy construyendo.

Voy a inventar unos ojos, pero sobre todo una mirada.
Negra y profunda, un poco misteriosa y sonriente.
Una mirada con algún destello de locura incomprensible e inexplicable.

Te inventare después una sonrisa, amplia, fácil, clara y honesta.
Y voy a tomarme el tiempo de inventar una que sea solo para mi.

Voy a inventarte un nombre de tres silabas,
Que tenga la fuerza suficiente para desordenar tus ideas cada vez que lo pronuncie.

Quiero que tengas más de mil historias vividas, y más de mil inventadas.
Quiero que me las cuentes indistintamente,
al punto de confundir unas con otras.

Cuando mi obra este contemplada la admirare un momento. O dos.
Pero honestamente no prometo quererte.
Todavía no se inventar eso.

viernes, 12 de septiembre de 2008

Walking around, hallazgos

Mientras viajaba un poco por la red me encontre con esto, un poco por encargo y otro poco por una enorme curiosidad me encontre un Augusto Monterroso, un autor Guatemalteco al que confieso no conocia; que consiguio ponerme un par de sonrisas en la cara a pesar de la hora, y de que estoy exahusta.

Aqui les dejo un par de cosas para que me digan que opinan.


Paraiso imperfecto

-Es cierto -dijo mecánicamente el hombre, sin quitar la vista de las llamas que ardían en la chimenea aquella noche de invierno-; en el Paraíso hay amigos, música, algunos libros; lo único malo de irse al Cielo es que allí el cielo no se ve.



Aforismos

Los enanos tienen una especie de sexto sentido que les permite reconocerse a primera vista.




La tortuga y Aquiles

Por fin, según el cable, la semana pasada la tortuga llegó a la meta.
En rueda de prensa declaró modestamente que siempre temió perder, pues su contrincante le pisó todo el tiempo los talones.
En efecto, una diezmiltrillonésima de segundo después, como una flecha y maldiciendo a Zenón de Elea, llegó Aquiles.



El rayo que cayo dos veces

Hubo una vez un Rayo que cayó dos veces en el mismo sitio; pero encontró que ya la primera había hecho suficiente daño, que ya no era necesario, y se deprimió mucho.



En fin, aportaciones culturales

martes, 26 de agosto de 2008

Luciita, retrato o una oda al ego.

Si he de dejar los lápices colores y lienzos a un lado empezare a usar el arte de la palabra para dibujar una imagen clara de mí. Pues al final me parece que soy mucho mas apta para esto que para la combinación infinita de colores básicos.

Hoy un retrato mío pondría a Picasso celoso, pero de alguna manera tengo que hacerlo; posiblemente al final lo cuelguen en una galería en una de las principales ciudades del mundo por ser su aniversario numero 100. Al final esas cosas pasan.

Pero volviendo a mí y para no dejar de lado a Narciso sigamos con esta paleta de colores, que he de confesar que si fuera una foto la preferiría en blanco y negro por aquello de las traducciones a grises que tanto dicen de alguien. Nunca he sido buena pintando pero se que hay que empezar con los trazos básicos, lo ojos grandes, bajo una frente, el pelo negro que cae sobre mi, una nariz delatora que se acomoda aunque no de la manera más armónica bajo esos labios que tal vez algún día te regale.

Habría que hacer un color especial para mi piel que aunque lo parece no es tan frágil, auque claro que tiene sus días malos, y si este fuera un encargo Basil Hallward en una linda tarde podría tardarse demasiado en los ojos, no solo por la complicación de verlos y verme sino por todo lo que hoy tienen que decir, estos ojos que lloran y sienten, que se esfuerzan y que sin quererlo dibujan en mi cara una sonrisa cuando te veo.

En mi caso me dedicaría más a estos por que son capaces de expresar lo que siento, lo que quiero y lo que no quiero; son capaces de negar por instantes esta realidad con el sencillísimo movimiento de un diminuto músculo. En fin, creo que es una parte en la que no valdría la pena escatimar en detalles.

Las iconografías religiosas suelen tener algo que represente al santo o virgen en cuestión, es curioso mencionar que Santa Lucia tiene sus ojos en la mano, así que es acertado pensar que tu nombre dice muchas cosas de ti. Siempre me he cuestionado (y no precisamente por mi vocación religiosa) que seria lo que un retratista pintaría junto a mi. Algo que me represente y distinga, que me haga valiosa, que diga en un par de trazos y clores oscuros lo que hay que saber de mi. Pero francamente prefiero dejar esta reflexión para después, dado que tendría que empezar a dejar equipaje en el camino para quedarme al final con algo que dijera tanto.

Por que sin ser modesta creo que no hay poco que decir sobre esta mujer que desvaría cuando hace auorretratos, que es fuerte pero débil ante ti, que cree en la vida, que podría ahogarse en un vaso de agua. Sobre esta mujer impulsiva y cariñosa, juguetona e ingenua. Rodeada y solitaria. Feliz a pesar de todo.

Lucia.

martes, 29 de julio de 2008

por todo, y para ustedes.

Así sin más se nos acaban diez días mágicos. Y no soy de las que suelen regalar cosas, no por que no crea en el concepto sino por falta de medios para hacerlo. Pero hoy creo que les debo a todos ustedes mucho más de lo que se imaginan, así que les daré un par de palabras que son hoy lo mejor que tengo.

Y para ustedes todas las palabras englobadas en un gracias. Por la magia y los momentos, por un millón de fotos, miradas, besos y lagrimas. Gracias por estar y por construir este lugar en el que cada uno dejamos un poco de nosotros mismos para poder así llevarnos una combinación única y enorme de todos los demás. Gracias por construirme un poco cada verano y por dejarme estar un poco más en ustedes,

Gracias por devolverme minutos de infancia y horas enteras de encanto, gracias por descubrir junto a mi que la magia se construye día a día y que el tiempo es un arma cargada de dos filos, que el futuro es un mañana construido el día de hoy.

Gracias por los disfraces llenos de verdad y por las fantasías de cada día. Gracias a todos aquellos que me han enseñado el peso y el valor de una letra muda.

Gracias sobre todo por ser parte, por serlo para mí. Y por la enorme coincidencia de crecer junto a ustedes.

Piolín H5

martes, 8 de julio de 2008

carta 1. por la nostalgia

Si todavía preguntas por mi sigo aquí sentada en el café de siempre, lo recuerdas. Y si, sigo pidiendo lo mismo, la mayoría de las veces, y leo cuando no pienso, o podría decirse que leo para no pensar, o más bien para no reconocer que a veces te extraño. No siempre y no tanto. Pero si, te extraño.

Y es que por alguna razón que no entiendo todavía, últimamente me ha dado por recordarte, y me doy cuenta que no estas; que tiempo atrás desapareciste por completo de mi vida. Y ya que estoy aquí n tinta morada confieso que te he buscado. No tanto, no quiero parecer desesperada, pero te he buscado.

Sigue lloviendo, dicen los noticieros locales que son tormentas tropicales, llueve afuera y a veces también adentro. Es curioso, que aun así el patrón sea el mismo, días grises y más bien fríos. Pero no sobra decir que también hay días grandes soleados y muy buenos, mis favoritos.

Leí el otro día que las personas que viven en un clima frío y poco soleado tienen más tendencia a las depresiones clínicas, que suerte la mía que vivo en este lindo clima. Pero para que seguir con este small talk que francamente creo que te interese poco. Cuando el único motivo de esta carta sin enviar era que supieras de mi. Así que continuare.

Por lo demás poco ha cambiado, sigo pensando que el mundo es enorme, y que tiene muchas cosas esperándome, sigo pensando que tal vez aunque sea solo una vez hay alguien sentado en un café que pide lo mismo la mayoría de las veces y aunque sea muy poco me extraña.

Creo que ahora debería de irme para no seguir siendo la más frágil del cuento, te dejo con una sonrisa por lo que fue. Y unas ganas enormes de que leas esta carta, aun sabiendo que la escribo para que no la leas.

Lucia

lunes, 2 de junio de 2008

Que se llama Soledad,

Soledad creció a pesar de su nombre, siempre fue algo que le pesó, por esa connotación triste, sin embargo era una niña feliz, con una insaciable curiosidad y una enorme capacidad de argumento. Le gustaba discutir y era ciertamente muy buena para ello, podía desde muy temprana edad convencer a sus maestros de que el reloj de la pared era una maquina fabulosa que no servia para nada, mas que para pintar cada engrane de un color distinto, evitando siempre el azul por ser un color que en la psicología tenia un significado casi tan triste como su nombre.

Le costaba trabajo aceptarlo pero había crecido marcada por las 7 letras con las que empezaba su acta de nacimiento, mucho tiempo pensó que estaba condenada a vivir de acuerdo al significado de su nombre.

Los martes eran de acuerdo a su manera de ver las cosas el peor día de la semana, le parecían grises. Más incluso que los lunes, ni siquiera tenían ese encanto de ser san lunes, nunca había oído a nadie hablar de un san martes. Sin embargo todos eventos importantes que marcaron su vida sucedieron en martes. Aunque le costo muchos años establecer este patrón.

El evento que empezó con esto fue en una semana como cualquier otra, el día mas gris de esta, Sol caminaba por la biblioteca de su casa cuando sin querer se tropezó con el cable de la lámpara antigua de la abuela y vio un libro de pastas duras, esos que tienen un aire a nostalgia, ni siquiera tenia el nombre en la portada. Cuando lo abrió supo que García Márquez tenía algo grande para ella en esas páginas que relataban la historia de la familia Buendía en el pueblo de macondo. Le pareció sin duda un libro mágico, que aparte una parte muy importante en la historia eran los nombres de los personajes.

A partir de entonces aprendió a tener un enorme respeto por los nombres de las personas cada vez que conocía a alguien repetía su nombre para sus adentros y trataba de entender la vida que había llevado. Había conocido a muchas personas importantes, pero todavía no había tenido a sus 12 años un gran acercamiento al amor, hasta que entro a 6 de primaria y conoció a Diego, tenía una mirada tímida y unas orejas que sin duda eran lindas. El martes, que era el segundo día del inicio de curso el le pidió su goma. Supo entonces que iba a ser el hombre de su vida. Poco sabía soledad entonces de los juegos que tiene la vida.

Se acabo el curso, perdió contacto con Diego, el de las orejas lindas, y ahora empezaba una nueva etapa, Secundaria, cuando ella era muy pequeña su madre en un ataque de nostalgia le había dicho que estaba prohibido entrar a secundaria, por que eso significaba ser grande. Claro que ella no se sentía grande.

Empezó esta nueva etapa, con mucho miedo. Escuela grande, mucha gente nueva, todos mas grandes que ella, por suerte no era la única que se sentía así, todos en su salón tenían la misma mirada de incertidumbre, que probablemente les duraría un par de meses si no es que toda la vida. La primera clase tuvieron que hacer un trabajo en parejas, como todos eran nuevos, las parejas fueron asignadas por la maestra de historia, Lupe Juárez. Su pareja era un niño flaco, más bien tímido y tenía tantas pecas en la cara que parecía que era de otro color en realidad, se llamaba Diego.

Se convirtió sin duda en un buen amigo de Soledad, uno de esos de los que un día pierdes contacto pero recuerdas toda tu vida. Cuando tenía 15 años la invitaron a una fiesta. Estaba emocionada, vestido nuevo, color vino. El azul era lindo, pero todavía le tenía algo de miedo a ese color. Peinado de salón los zapatos de su prima, un foto con clara su hermana pequeña antes de salir de casa. La fiesta era peor e lo que se imaginaba, iba con sus amigas de la escuela, pero se aburrió. Se sentó en una mesa que tenia solo tres sillas, las tres vacías. Ya no quería bailar, la lastimaban los zapatos, no habían pasado 5 minutos cuando llego alguien a la mesa se sentó junto a ella y no dijo nada, estuvieron así un buen rato hasta que ella por matar esa situación incomoda le pregunto su nombre, Diego, era mayor que ella, y bastante guapo. Empezaron a salir pero nunca fue nada serio.

Soledad tenia 17 años cuando se dio cuenta que todos los hombres que de alguna manera habían sido importantes en su vida se llamaban Diego. Al grado que cada vez que conocía a alguien interesante preguntaba su nombre solo por cortesía por que sabía bien que iba a ser Diego, y si era así, algo cambiaria en su vida.

Cuando cumplió 18 años era martes, muy a su pesar, y su abuela le regalo un vestido muy lindo, que aparte le quedaba perfecto y acentuaba su delgadísima figura, pero tenia un problema era azul. Era un niña educada y lo agradeció enormemente por que aparte estaba conciente que su abuela era un tanto distraída y que aparte no tenia nada que ponerse para le fiesta de Daniela su amiga el viernes.

Llego el día de ponerse el vestido, se mentalizo a ello, y ciertamente se veía bien en ese color, se veía lindo sobre su piel tan blanca. Al llegar a la fiesta lo mismo de siempre, un trago con las amigas, la canción que les encantaba, los chistes de siempre y la gente nueva que era tan igual a la gente nueva de la semana pasada. Sobre todo los niños. Esta vez fue distinto, lo vio a los ojos y supo que era uno de ellos, de esos que de alguna manera desordenaban un poco su vida, Se puso algo nerviosa. Y por la cortesía de siempre se animo a preguntar el nombre de este chico nuevo y tan alto, aun sabiendo perfectamente que seria un Diego más.
-Ricardo, mucho gusto.

Lucia.

martes, 20 de mayo de 2008

Dias de lluvia

Días de lluvia


Eduarda nació un día de lluvia, de esos grises en los que lo mejor seria que no naciera nadie, pues siempre se corre el riesgo de que el exceso de humedad en el ambiente pueda incomodar al recién nacido y la madre se vea obligada a cambiar las sábanas con mucho mas frecuencia de la necesaria. También dicen las tradiciones populares que la lluvia, cuando es mucha, puede llegar a afectar seriamente a todos los involucrados en el parto y eso puede ser bastante riesgoso.

El nacimiento de Eduarda no fue la excepción, fue la única sobreviviente de un parto múltiple, eran dos, y el otro iba a ser hombre. Hubiera sido el primer varón de la familia. No es que fuera un hecho tan importante dado que no eran una familia tan conservadora, sin embargo su madre pensó que si le ponía un nombre masculino a esta criatura nueva y un poco hinchada sería una forma de remediar el error de haber parido un martes tan lluvioso.

Pero ese fue un día difícil para Aurora, la orgullosa madre. Pues no había podido encontrar un par de calcetines adecuados para sus nuevos hijos. Aun cuando los busco por toda la casa, incluso debajo de las fotos de los abuelos en el gran baúl de cuero y adentro de la despensa. El estrés de esto momento provoco que se acelera su corazón y por una simple reacción en cadena el parto. Aun cuando era un día de lluvia.

Eduarda a pesar de todo tuvo una infancia normal, tan normal como la de cualquier niño. Pero era mucho más sensible a la lluvia que cualquiera. Le gustaba su olor y como limpiaba todo a su paso. La sentía en sus huesos mucho antes que en su piel y era mucho más propensa al llanto en estos días, tal vez por querer imitar al cielo. Nunca lo logro del todo.

Su vida cambio sin darse cuenta el día que fue a la casa grande de los abuelos, que no eran en realidad nada de ella pero fue el nombre que les puso debido al enorme cariño que les tomó. Llego ahí por una casualidad, como todas las cosas buenas de la vida. Y aprendió mucho más de lo que pudiera contar, aprendió por ejemplo las ventajas de alimentar a las vacas con cacahuates garapiñados, por que no solo daban una leche mucho mejor para hacer flan, por sus obvias cualidades dulces. Sino que también el cuero de estas era mucho más suave y amable a la hora de hacer grabados, pues entendía lo que querías decir y los acentos tenían mucho más sentido.

La casa grande se volvió irremediablemente un lugar importante para ella. Solo iba los veranos y probablemente en alguna que otra ocasión fuera de esta temporada, tal vez debido a una celebración o a una reparación importante. Por que esta casa no solo era suya, ni ella era la única que la veía como un lugar mágico, aunque curiosamente cada una de las personas que iban ahí aprendían cosas diferentes, cada una igual de útil que la otra. Pero realmente difíciles de expresar.

Una mañana mientras de dedicaba a entretener a los invitados en cuestión se dio cuenta que había uno en especial que llamaba su atención, aunque le tomó mucho tiempo averiguar por que, se acerco a el y vió que lloraba. Con toda la paciencia del mundo caminaron en silencio por un camino largo que parecía no tener fin. Cuando el se calmó lo suficiente ella quiso saber el porque de sus lagrimas.
- No es nada, solo que llovió ayer, y siempre he querido imitar al cielo.
Lucia.

viernes, 9 de mayo de 2008

Abril

Así un día sin mas, despiertas una mañana gris de lunes y ya no es abril, y no va a ser por lo menos no ese. Habrá otro abril tal vez uno más fresco o por lo menos con un par de lluvias grandes de esas que tienen en poder de limpiar hasta lo que no vemos. De esos que enjuagan un poco lo que somos y lo que sentimos.

Así empezó también. Un día de repente empezó abril, con su magia y su encanto, con todo y nada. Como una linda opción, como un lapso de tiempo, como una hoja en blanco que 30 días después tendrías que arrugar para pasar a la siguiente.

Y al final se acaba y no queda más que seguir con este cuaderno con un numero indefinido de hojas en blanco para llenarlas con tinta morada; y tal vez, solo tal vez, un día seamos suficientemente inteligentes para poder meter toda esa tinta a un gran cubo de agua y hace una linda acuarela en tonos violeta que defina lo que somos y lo que fuimos. Mientras tanto gracias por abril.


Lucia.