martes, 26 de agosto de 2008

Luciita, retrato o una oda al ego.

Si he de dejar los lápices colores y lienzos a un lado empezare a usar el arte de la palabra para dibujar una imagen clara de mí. Pues al final me parece que soy mucho mas apta para esto que para la combinación infinita de colores básicos.

Hoy un retrato mío pondría a Picasso celoso, pero de alguna manera tengo que hacerlo; posiblemente al final lo cuelguen en una galería en una de las principales ciudades del mundo por ser su aniversario numero 100. Al final esas cosas pasan.

Pero volviendo a mí y para no dejar de lado a Narciso sigamos con esta paleta de colores, que he de confesar que si fuera una foto la preferiría en blanco y negro por aquello de las traducciones a grises que tanto dicen de alguien. Nunca he sido buena pintando pero se que hay que empezar con los trazos básicos, lo ojos grandes, bajo una frente, el pelo negro que cae sobre mi, una nariz delatora que se acomoda aunque no de la manera más armónica bajo esos labios que tal vez algún día te regale.

Habría que hacer un color especial para mi piel que aunque lo parece no es tan frágil, auque claro que tiene sus días malos, y si este fuera un encargo Basil Hallward en una linda tarde podría tardarse demasiado en los ojos, no solo por la complicación de verlos y verme sino por todo lo que hoy tienen que decir, estos ojos que lloran y sienten, que se esfuerzan y que sin quererlo dibujan en mi cara una sonrisa cuando te veo.

En mi caso me dedicaría más a estos por que son capaces de expresar lo que siento, lo que quiero y lo que no quiero; son capaces de negar por instantes esta realidad con el sencillísimo movimiento de un diminuto músculo. En fin, creo que es una parte en la que no valdría la pena escatimar en detalles.

Las iconografías religiosas suelen tener algo que represente al santo o virgen en cuestión, es curioso mencionar que Santa Lucia tiene sus ojos en la mano, así que es acertado pensar que tu nombre dice muchas cosas de ti. Siempre me he cuestionado (y no precisamente por mi vocación religiosa) que seria lo que un retratista pintaría junto a mi. Algo que me represente y distinga, que me haga valiosa, que diga en un par de trazos y clores oscuros lo que hay que saber de mi. Pero francamente prefiero dejar esta reflexión para después, dado que tendría que empezar a dejar equipaje en el camino para quedarme al final con algo que dijera tanto.

Por que sin ser modesta creo que no hay poco que decir sobre esta mujer que desvaría cuando hace auorretratos, que es fuerte pero débil ante ti, que cree en la vida, que podría ahogarse en un vaso de agua. Sobre esta mujer impulsiva y cariñosa, juguetona e ingenua. Rodeada y solitaria. Feliz a pesar de todo.

Lucia.