lunes, 10 de agosto de 2009

Todos






Hace unos meses, después de varios días de situaciones raras.
Me di cuenta que lo que pasaba es que me estaba encontrando besos por todos lados, adentro del refri, en el cajón de la ropa, en un libro, en el espejo o en la cama.


Y decidí entonces hacer un lugar adecuado para esos besos,
De modo que compre una caja, la pulí y la pinté de blanco, esperando así
Hacer un lugar cómodo para ellos. En lo sucesivo, cada vez que me encontraba un beso lo iba echando ahí.

Un día abrí la caja para encontrarme con la sorpresa de que eran muchos, muchísimos. Entonces decidí ordenarlos para tener un poco más de control, pero sobre todo para poder darte un regalo decente.


Los acomodé por colores, por texturas, por prioridades y tipo de vestido, por tamaños y por edades. Una vez acomodados los enseñe a formarse y a mantener una fila, a salir de la caja de uno en uno, a no hacer mucho ruido y a comportarse de manera adecuada.


Eran buenos alumnos que todo lo entendían, hasta que yo cerraba la caja y me iba a dormir. Entonces era como si ninguna clase hubiera pasado jamás.
Enloquecían, se divertían se desordenaban, se juntaban unos con otros, hacían ruido y cantaban.
Eso sucedía todas los días, por las mañanas aprendían mientras eran observados, y en el instante que estaban solos volvían a la locura.

Cuando los vi mejor portados que nunca compre un gran moño para poner en la caja blanca, con la intención de reglártela. Pero antes debo advertirte que si han olvidado sus lecciones de orden y se portan mal lo siento.



Al final no podemos dejar de culpar a Pandora y su idea de las cajas desordenadas.