martes, 20 de mayo de 2008

Dias de lluvia

Días de lluvia


Eduarda nació un día de lluvia, de esos grises en los que lo mejor seria que no naciera nadie, pues siempre se corre el riesgo de que el exceso de humedad en el ambiente pueda incomodar al recién nacido y la madre se vea obligada a cambiar las sábanas con mucho mas frecuencia de la necesaria. También dicen las tradiciones populares que la lluvia, cuando es mucha, puede llegar a afectar seriamente a todos los involucrados en el parto y eso puede ser bastante riesgoso.

El nacimiento de Eduarda no fue la excepción, fue la única sobreviviente de un parto múltiple, eran dos, y el otro iba a ser hombre. Hubiera sido el primer varón de la familia. No es que fuera un hecho tan importante dado que no eran una familia tan conservadora, sin embargo su madre pensó que si le ponía un nombre masculino a esta criatura nueva y un poco hinchada sería una forma de remediar el error de haber parido un martes tan lluvioso.

Pero ese fue un día difícil para Aurora, la orgullosa madre. Pues no había podido encontrar un par de calcetines adecuados para sus nuevos hijos. Aun cuando los busco por toda la casa, incluso debajo de las fotos de los abuelos en el gran baúl de cuero y adentro de la despensa. El estrés de esto momento provoco que se acelera su corazón y por una simple reacción en cadena el parto. Aun cuando era un día de lluvia.

Eduarda a pesar de todo tuvo una infancia normal, tan normal como la de cualquier niño. Pero era mucho más sensible a la lluvia que cualquiera. Le gustaba su olor y como limpiaba todo a su paso. La sentía en sus huesos mucho antes que en su piel y era mucho más propensa al llanto en estos días, tal vez por querer imitar al cielo. Nunca lo logro del todo.

Su vida cambio sin darse cuenta el día que fue a la casa grande de los abuelos, que no eran en realidad nada de ella pero fue el nombre que les puso debido al enorme cariño que les tomó. Llego ahí por una casualidad, como todas las cosas buenas de la vida. Y aprendió mucho más de lo que pudiera contar, aprendió por ejemplo las ventajas de alimentar a las vacas con cacahuates garapiñados, por que no solo daban una leche mucho mejor para hacer flan, por sus obvias cualidades dulces. Sino que también el cuero de estas era mucho más suave y amable a la hora de hacer grabados, pues entendía lo que querías decir y los acentos tenían mucho más sentido.

La casa grande se volvió irremediablemente un lugar importante para ella. Solo iba los veranos y probablemente en alguna que otra ocasión fuera de esta temporada, tal vez debido a una celebración o a una reparación importante. Por que esta casa no solo era suya, ni ella era la única que la veía como un lugar mágico, aunque curiosamente cada una de las personas que iban ahí aprendían cosas diferentes, cada una igual de útil que la otra. Pero realmente difíciles de expresar.

Una mañana mientras de dedicaba a entretener a los invitados en cuestión se dio cuenta que había uno en especial que llamaba su atención, aunque le tomó mucho tiempo averiguar por que, se acerco a el y vió que lloraba. Con toda la paciencia del mundo caminaron en silencio por un camino largo que parecía no tener fin. Cuando el se calmó lo suficiente ella quiso saber el porque de sus lagrimas.
- No es nada, solo que llovió ayer, y siempre he querido imitar al cielo.
Lucia.

viernes, 9 de mayo de 2008

Abril

Así un día sin mas, despiertas una mañana gris de lunes y ya no es abril, y no va a ser por lo menos no ese. Habrá otro abril tal vez uno más fresco o por lo menos con un par de lluvias grandes de esas que tienen en poder de limpiar hasta lo que no vemos. De esos que enjuagan un poco lo que somos y lo que sentimos.

Así empezó también. Un día de repente empezó abril, con su magia y su encanto, con todo y nada. Como una linda opción, como un lapso de tiempo, como una hoja en blanco que 30 días después tendrías que arrugar para pasar a la siguiente.

Y al final se acaba y no queda más que seguir con este cuaderno con un numero indefinido de hojas en blanco para llenarlas con tinta morada; y tal vez, solo tal vez, un día seamos suficientemente inteligentes para poder meter toda esa tinta a un gran cubo de agua y hace una linda acuarela en tonos violeta que defina lo que somos y lo que fuimos. Mientras tanto gracias por abril.


Lucia.